«Hoy empieza una elección que tiene en esta noche el final del primer tiempo, nos queda el segundo tiempo, el alargue y los penales, vamos a seguir peleando hasta el último minuto», predicó Massa, que expuso así la posibilidad de llegar a un balotaje tras el 22 de octubre. «Vamos a dejar hasta nuestra última gota de transpiración para ganar en octubre, para ganar en noviembre y para seguir siendo Gobierno en Argentina». «Empiezan semanas trascendentes en la Argentina. Empieza a discutirse qué país vamos a construir los próximo años», continuó.
El peronismo en el Gobierno apostó por Massa después de que Fernández, con una imagen negativa del superara el 70%, y Kirchner anunciaran que no serían candidatos. La designación de Massa supuso un riesgo porque en su gestión al frente de la cartera de economía la inflación superó el 115% interanual y el peso argentino se desplomó hasta niveles récord. Por su historial –Massa estuvo enfrentado a la vicepresidenta Cristina Kirchner, una de las principales referentes del peronismo–, también tuvo resistencia de parte de la militancia.
La prensa no tuvo acceso al búnker donde Massa y su equipo esperaron los resultados. A lo largo de la noche, algunos dirigentes se acercaron a una carpa en el exterior para hacer apariciones fugaces. Desde antes que se conocieran los resultados oficiales, los dirigentes peronistas que hablaron a la prensa ya habían mostrado cautela. Todos repetían la misma forma muy cuidadosa de entrar a la carpa: corrían el hule blanco de la carpa, se sentaban en la única silla y hablaban en el único micrófono. Lanzaban un mensaje breve y no aceptaban preguntas.
El embajador de Argentina en Brasil, Daniel Scioli, ya había adelantado que habría que «ampliar» la «unidad» a partir del día siguiente, pero no explicó a qué se refería. «Estamos en un escrutinio lento», había avisado antes de las ocho de la noche la presidenta de la Cámara de Diputados, Cecilia Moreau, que se animó a decir el resultado era «bueno» aunque había que ser «muy prudentes». La jornada electoral había sufrido demoras debido a los problemas en las máquinas de voto electrónico en la ciudad de Buenos Aires. Después, Julián Domínguez avisó que los resultados «probablemente» serían «ajustados».
Además del búnker y de la carpa para la prensa había afuera un escenario que daba a la calle. La estructura, contó una de las personas que estaba encargada de la organización, estaba allí pero no era seguro que se fuera a usar. Dependía del resultado de una de las elecciones más inciertas de los últimos años. El último promedio de las encuestas auguraba a Unión por la Patria el 29,4% (a Massa el 23,8% y a Grabois el 5,6%); a Juntos por el Cambio el 33,1% y a La Libertad Avanza, el partido liderado por el ultraderechista Javier Milei, el 19,2%. Massa no subió a ese escenario esta noche. Tiene 60 días para conquistar al electorado.