El presidente chino, Xi Jinping, llegó este domingo a Francia, donde su par Emmanuel Macron defenderá la «reciprocidad» comercial y la búsqueda de una solución a la guerra de Ucrania frente a un mandatario que muestra su apoyo a Rusia.
Es la primera gira europea de Xi desde 2019, cuando la pandemia del covid-19 aisló al gigante asiático del mundo durante casi tres años.
A su llegada al aeropuerto de Orly, en las afueras de París, Xi y su esposa, Peng Liyuan, fueron recibidos por el primer ministro francés, Gabriel Attal.
La visita se llevará a cabo bajo el sello del equilibrio diplomático, con una parada en Francia, que desde hace un año le pide usar su influencia para hacer entrar a «Rusia en razón», y otras etapas en Serbia y Hungría, dos países cercanos a Moscú.
El viaje coincide con los 60 años de relaciones diplomáticas entre China y Francia.
Xi se reunirá el lunes con Macron y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en el Elíseo, donde se abordarán los numerosos desacuerdos comerciales.
La Unión Europea multiplicó en los últimos meses las investigaciones sobre las subvenciones estatales chinas en sectores como el automóvil eléctrico, acusadas de ser anticompetitivas.
En una entrevista publicada este domingo por La Tribune, Macron abogó por «proteger mejor» la «seguridad nacional», «ser mucho más realistas en la defensa de nuestros intereses» y «obtener la reciprocidad».
Para Pekín, estas medidas se consideran «proteccionistas» y se ven con malos ojos. Las autoridades chinas lanzaron su propia investigación contra las subvenciones estatales, en particular sobre el coñac.
Tras una ceremonia de bienvenida y antes de un banquete en el Elíseo, Macron y Xi se darán cita en la tarde para un encuentro más político, antes de dirigirse a la prensa.
El presidente francés tiene previsto pedirle a Xi que apoye la «tregua olímpica» para «todos» los conflictos durante los Juegos Olímpicos de París de este verano.
Como mínimo, París quiere asegurarse de que China, principal aliado del presidente ruso Vladimir Putin, no apoye claramente su esfuerzo bélico contra Kiev. E incluso animar el país «a utilizar las palancas» que tiene sobre Moscú para “contribuir a la resolución de este conflicto”, según el Elíseo.
Macron trasladó el mismo mensaje durante su propia visita de Estado a China hace un año, con resultados modestos.
Para Marc Julienne, investigador en el Instituto francés de Relaciones Internacionales, este «enfoque revela una falta de comprensión de los intereses y la estrategia de Pekín», que quiere «mantener sus distancias con el conflicto» y no tiene intención de «implicarse más, ni a favor de los europeos ni a favor del apoyo militar a Rusia».
Macron tratará sin embargo de hacer hincapié en este punto el martes, cuando ambos dirigentes realicen un viaje más personal a los Pirineos, acompañados por sus esposas.
El objetivo de la visita será eminentemente diplomático: romper el imponente protocolo y establecer un diálogo más directo, en particular sobre Ucrania.
Grupos de defensa de los derechos humanos, que acusan a China de reprimir a la minoría musulmana de los uigures y de encarcelar a decenas de periodistas, urgen a Macron tratar estas cuestiones en los encuentros.
«El presidente Macron tendrían que dejarle claro a Xi Jinping que los crímenes contra la humanidad de Pekín tienen consecuencias en las relaciones de China con Francia», dijo Maya Wang, de Human Rights Watch.
Pero los analistas se muestran escépticos en que el mandatario francés pueda ejercer alguna influencia en el líder chino.
Después de Francia, Xi estará de miércoles a viernes en Hungría y Serbia.