Adolfo Hitler dijo que las guerras del futuro serían luchadas antes de comenzar las operaciones militares, «a través de la confusión mental, la contradicción de los sentimientos, la indecisión y el pánico».
En la actualidad, hablamos de Guerras de V Generación. Son guerras sin soldados y sin cañones, pero ocasionan la misma destrucción y muertes.
Su armamento son las sanciones económicas y el bloqueo financiero. Pero también la desinformación, los ataques cibernéticos, las campañas de desprestigio, el sabotaje, las presiones políticas y diplomáticas, las operaciones sicológicas y simbólicas, y el paramilitarismo delincuencial.
Su fin es destructivo y buscan ocasionar el mayor sufrimiento social, destruyendo la calidad de vida de la sociedad y la calidad de la gestión gubernamental.
Las redes sociales son los nuevos ejércitos que se incorporan a esta guerra.
Vivimos atrapados en un huracán de noticias falsas que apelan principalmente a la sorpresa, la espectacularidad y el amarillismo, pero también al odio, la agresión y el miedo.
Cada vez más nuestros razonamientos son menos profundos, tenemos dificultad para concentrarnos, una información desplaza a otra en segundos, no hay tiempo para reflexionar. Recordamos menos. Vivimos distraídos. Empobrecen nuestro lenguaje y por tanto nuestra capacidad de pensar.
La velocidad de los mensajes nos convierte en personas impacientes, ávidas de estímulos constantes e instantáneos, sin capacidad para dialogar.
La guerra de V Generación es una guerra permanente y global. Su objetivo es una nueva forma de sometimiento y coloniaje, ya que destruye la prosperidad, la identidad nacional y las narrativas de nación. Por tanto es un asunto de seguridad y defensa.