La incertidumbre continúa dominando el panorama en Honduras, donde el lento avance del conteo presidencial mantiene al país en vilo casi una semana después de las elecciones. En medio de las crecientes sospechas de irregularidades, la Organización de Estados Americanos (OEA) instó a las autoridades a acelerar el escrutinio y garantizar que los resultados finales generen plena confianza en la ciudadanía.
La estrecha competencia entre Nasry Asfura, del Partido Nacional, y Salvador Nasralla, candidato del Partido Liberal, ha instalado un clima político marcado por la desconfianza y las acusaciones, al punto de que el oficialista Partido Libre decidió solicitar la anulación del proceso presidencial. El partido de izquierda sostiene que hay inconsistencias que comprometen la legitimidad del resultado.
La misión de observación de la OEA alertó sobre fallas técnicas y logísticas que afectan la revisión de actas, generando continuas interrupciones. Para el organismo, estos retrasos alimentan la tensión social y pueden erosionar aún más la credibilidad institucional si no se corrigen con rapidez.
El Consejo Nacional Electoral (CNE) ha reconocido las dificultades y asegura que trabaja para incorporar las actas pendientes y corregir irregularidades numéricas. Sin embargo, mientras se prolonga la espera de resultados definitivos, la población continúa atrapada en la incertidumbre, sin claridad sobre quién liderará el país en los próximos años.
La diferencia mínima entre los dos principales aspirantes y la presión de un sector político que exige transparencia ponen al CNE en el centro del conflicto, intentando sostener la estabilidad mientras crece el descontento en las calles.
Honduras, una vez más, se encuentra retenida por la fragilidad de su sistema electoral y la ansiedad de un proceso que aún no logra convencer a todos los actores en disputa.
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