La libertad y el deseo de retiro de la superestrella del pop, Britney Spears, están siendo puestos a prueba por los compromisos pendientes con su sello discográfico, según fuentes cercanas a la artista. A pesar de que Spears ha enfocado sus esfuerzos recientes en su carrera como empresaria y ha expresado públicamente su desinterés en volver al micrófono, todo apunta a que el año 2026 podría marcar su regreso forzoso a la música y, posiblemente, a los escenarios.
Contrario a la especulación inicial que apuntaba a deudas derivadas del reciente acuerdo millonario que Spears pagó para finiquitar los costos de la tutela y cerrar sus pleitos legales con su padre, el verdadero motor de la presión es un contrato vigente con RCA Records.
La «Princesa del Pop» tiene pendiente el cumplimiento de un acuerdo discográfico que exige el lanzamiento de tres álbumes de estudio adicionales. Ahora, el sello estaría ejerciendo su derecho a exigir el cumplimiento de estas obligaciones contractuales, lo que ha generado una gran tensión con la cantante.
El deseo de Britney de tomarse un descanso ha chocado de frente con las demandas de la compañía discográfica. El valor de tres álbumes de Britney Spears es alto, y la disquera no está dispuesta a renunciar a ese activo, incluso si va en contra de la voluntad de la artista», afirmó un experto de la industria.
La propia Britney Spears ha sido inequívoca en sus declaraciones recientes, reiterando que no está interesada en regresar a la música «por el momento». Esta resistencia se ha manifestado incluso en sus colaboraciones más recientes (como el éxito viral con Elton John), donde la artista ha participado únicamente en la grabación de las canciones, negándose rotundamente a filmar videoclips o participar en actividades de promoción visual.
En medio de este conflicto, el sitio especializado «Crave Britney» ha reportado un notorio acercamiento en las últimas semanas entre Britney Spears y miembros de la familia Kardashian. Se especula que la poderosa dinastía mediática podría estar interesada en orquestar y gestionar el esperado «comeback» de la cantante, aprovechando la coyuntura para un posible acuerdo de management o una alianza de alto perfil.
El dilema de Spears resalta un problema recurrente en la industria, el balance entre la autonomía personal de un artista liberado de una tutela y las obligaciones de los contratos firmados en el pasado.
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