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En una declaración a los medios estatales rusos que ha encendido las alarmas en los círculos estratégicos occidentales, el diputado ruso Alexei Zhuravlyov, vicepresidente del Comité de Defensa de la Duma Estatal, confirmó que Moscú ya suministra armas a Venezuela y que “no ve ningún obstáculo” para transferir el nuevo misil balístico hipersónico Oreshnik o los misiles de crucero Kalibr a Caracas”. Estas afirmaciones se producen en un contexto de creciente tensión geopolítica en el Caribe, donde Estados Unidos ha intensificado su presencia militar.

Zhuravlyov declaró que Rusia proporciona a Venezuela “casi toda la gama de armas, desde fusiles hasta aviones”, y que los detalles de los envíos son clasificados, lo que podría sorprender a Estados Unidos. Esta afirmación podría hacer referencia a que en las últimas semanas, aviones de transporte rusos Il-76 (se han registrado dos vuelos por el sistema Flightradar24) habrían realizado vuelos a Venezuela, y en los que se presumen se hayan podido hacer entrega de repuestos para los sistemas de defensa antiaérea que Rusia ha vendido a Venezuela en las últimas dos décadas, reforzando las capacidades defensivas del país sudamericano frente a posibles incursiones aéreas de la Fuerza Aérea o marítimas de la Armada estadounidense.

El misil Oreshnik, un sistema balístico hipersónico de alcance intermedio derivado de la línea RS-26, tiene un alcance estimado de hasta 5.000 kilómetros y velocidades cercanas a Mach 10. Su posible despliegue en Venezuela supondría una capacidad de disuasión sin precedentes en la región, capaz de amenazar objetivos en el Mar Caribe, como la isla de Puerto Rico o las islas Vírgenes, e incluso el territorio continental estadounidense. Por su parte, los misiles Kalibr, ampliamente utilizados por Rusia en la Guerra de Ucrania, tienen variantes para la exportación que son operados por las Fuerzas Armadas de Argelia, India y Vietnam, con alcances de hasta 300 kilómetros, aunque las variantes rusas pueden alcanzar entre 1.500 y 2.500 kilómetros.

Estas declaraciones coinciden con la solicitud pública la semana pasada de asistencia militar realizada por el régimen de Nicolás Maduro a Rusia, China e Irán. Según documentos revelados por The Washington Post, el presidente venezolano envió cartas urgentes a sus aliados solicitando radares defensivos, drones de largo alcance, inhibidores de GPS, reparaciones de aeronaves y, “posiblemente”, misiles. El Kremlin ha confirmado que mantiene “contacto directo” con Caracas y que ambos países están unidos por “obligaciones contractuales”.

El portaaviones USS Gerald R. Ford (CVN-78) navega actualmente en el Océano Atlántico en dirección al Mar Caribe. (Créditos: US Navy)

El gran despliegue de Trump

La solicitud de ayuda se produce en medio de un despliegue militar sin precedentes por parte de Estados Unidos en el Mar Caribe. El Grupo de Ataque del Portaaviones USS Gerald R. Ford (CVN-78), acompañado por destructores clase Arleigh Burke, submarinos nucleares de ataque clase Virginia y nueve escuadrones del Ala Aérea Embarcada 8, y que actualmente navega en el océano Atlántico, ha sido movilizado como parte de una campaña antinarcóticos liderada por el Comando Sur de los Estados Unidos. Según el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS), Washington cuenta actualmente con 13 buques en la región, siendo este el mayor despliegue en la zona desde la intervención militar de Haití en 2004 cuando fue desplegada la Fuerza de Tarea Multinacional (MTF-84) en la que España tomo parte con el envío del buque Asalto Anfibio Castilla (L 52).

En este contexto, el diario The New York Times publicó el jueves 4 de noviembre que el presidente Donald Trump aún no ha tomado una decisión definitiva sobre una posible intervención militar en Venezuela, pero sus asesores están presionando para que se ejecuten operaciones que justifiquen la destitución de Maduro. Entre las opciones que se barajan figuran ataques directos contra unidades militares que protegen al mandatario venezolano y la toma de campos petrolíferos estratégicos.

Por su parte, los asesores del presidente Trump han solicitado al Departamento de Justicia de Estados Unidos una base legal para estas acciones, argumentando que Maduro es una figura central del Cartel de los Soles, designado como organización narcoterrorista. Esta designación permitiría justificar ataques sin necesidad de autorización congresional, lo que ha generado preocupación entre expertos legales y legisladores.

La escalada de tensiones en el Caribe y la posibilidad de que Venezuela reciba armamento estratégico ruso como el Oreshnik o los Kalibr plantea un nuevo desafío para la seguridad regional. La alianza entre Moscú y Caracas, consolidada en los últimos años, podría convertirse en un eje de confrontación directa con Washington, en un momento en que las potencias globales redefinen sus zonas de influencia. (Bernardo de la Fuente)

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